miércoles, 26 de agosto de 2009

JOSÉ EMILIO PACHECO PROLOGA EL APRENDIZ DE VOLADOR DE CARLOS REYES

La facultad de hacer y disfrutar la poesía está en todos los niños y las niñas. Algo sucede con nuestra instrucción y nuestra educación que al crecer muy pocas personas conservan ese don. Los demás se pierden muy injustamente los placeres y los conocimientos derivados de los poemas.


Sin embargo, la poesía está aquí y nos rodea por todas partes. Se halla en las letras de las canciones, en los himnos, incluso en los refranes. No la reconocemos porque todo parece diseñado para embotar nuestros ojos y oídos respecto a ella.

Antes de que esto ocurra, en nuestros primeros años nos fascina descubrir en los versos que las palabras danzan en el ritmo y se unen en la rima. Son las mismas de todos los días pero de pronto adquieren una utilidad distinta a la de la simple comunicación. Pueden significar: "Tengo hambre", pero también abrir la mirada hacia lo que sucede en el mundo y necesita ser nombrado. Nadie comienza por lo más difícil sino por las más sencillas fábulas:

"A un panal de rica miel
Dos mil moscas acudieron
Y por golosas murieron
Presas de patas en él."

Como la computación y las lenguas extranjeras, la infancia es la edad ideal para adquirir la poesía y no perderla nunca. Me entusiasma que muchos poetas jóvenes mexicanos se interesen por escribir poesía para niños, con todo el respeto que merece su inteligencia. No hacen sino devolver a otra generación lo que recibieron cuando tenían esa edad. No hay nada de ingenuo ni de torpe en estas composiciones que también pueden satisfacer a los adultos.

En "Aprendiz de volador" Carlos Reyes prueba su destreza en este género que por su misma sencillez resulta el más difícil aun para los más diestros poetas. Su poesía incita al juego, el juego del volador, y al vuelo mismo. Si sabemos jugar y servirnos de las alas el mundo aparecerá distinto, mejor y más brillante. Podremos al mismo tiempo habitar mejor esta Tierra y verla desde las alturas como sólo las aves la contemplan.

José Emilio Pacheco.
México, D.F. Octubre, 2007

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