martes, 15 de septiembre de 2009

CARLOS REYES EN WIKIPEDIA


http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Reyes

viernes, 4 de septiembre de 2009

CHISME, TRADICIÓN ORAL Y LITERATURA

A los niños no les gusta leer: ¡les encanta! ¿No? Claro que sí, ¿no recuerdas cuando tú eras niño y aprendiste a leer? Ibas leyendo todo lo que se te ponía enfrente, todas las cajas, todos los anuncios, todas las etiquetas. Leer entonces representaba una proeza, te hacía sentir superior: sabías leer y eso era motivo de orgullo.


Entonces te preguntarás ¿cómo fueron los niños perdiendo el interés por la lectura? Yo te sugiero que busques la respuesta en ti ¿cómo perdiste el interés en los libros? (si acaso lo perdiste, claro) y si aún conservas ese gusto ¿por qué lo conservaste? No a todos nos educaron de la misma forma, hay quienes más afortunados contaron con padres que poseían el hábito de la lectura, pero hay quienes no tuvieron esa fortuna.

Los padres, por lo general, creen que el hábito de la lectura debe ser inculcado por los maestros en la escuela, pero este es un grave error y una negligencia enorme. El cimiento del hábito es el gusto y cuando el niño entra en contacto con los libros a través de la educación se pierde el “gusto”. La lectura es un gusto, un gozo, un disfrute, nunca un compromiso, y lamentablemente, en la escuela la lectura y literatura pasa a ser una “obligación”, una materia más como las demás.

Se encuentran casos en los que el maestro en cuestión es un apasionado de la literatura, entonces sus alumnos pueden ser muy afortunados, ya que pueden contagiarse de ese hermoso gusto. Pero ¿qué sucede cuando los maestros no son tan apasionados con respecto a la lectura? Pues resulta que la lectura se vuelve una fría y tediosa obligación; así lo más probable es que todo mundo comience a ver la literatura como algo aburrido.

Últimamente se discute mucho sobre el fomento a la lectura, pero a mi entender no se toca un tópico elemental: la tradición oral. Los seres humanos hemos perdidos nuestras más bellas tradiciones, nos hemos desconectado de nuestra naturaleza esencial. El ser humano es un ser de rituales, y como tal necesita de “la iniciación”. Todo niño debe ser iniciado a través de la tradición oral a una nueva etapa de la realidad.

Psicólogos, sociólogos, filósofos, antropólogos han destacado la importancia del cuento en la formación de las estructuras mentales en el niño. Recomiendo la lectura del libro “Psicoanálisis de los cuentos de Hadas” , para profundizar ampliamente en este tema. Pero bueno, entonces nos encontramos con una circunstancia, los padres y maestros acercan libros de cuentos a los niños y les recomiendan que los lean. El niño en cuestión puede ser que sea atraído por los libros en un momento pero después lo abandona para mejor salir a jugar futbol a la calle. Entonces los padres se alarman y exclaman: “a mi hijo no le gusta leer”, como si el niño en cuestión estuviera defectuoso. No es así, el niño está perfecto. Si el niño deja el libro por irse a jugar con otros niños es porque el niño necesita socializar, y la literatura puede resultar un pasatiempo marginal, de aislamiento.

Hay niños que al no lograr socializar con los otros niños se acercan a los libros. Esto les parece maravilloso a algunos padres, pero en mi opinión esta actividad no es sana. ¿Por qué? Dirían los padres “mejor, el hábito de la lectura es bueno, será muy inteligente”. No necesariamente, ya que no desarrollará la inteligencia emocional necesaria para establecer vínculos con las demás personas del mundo, (y mire que el mundo está lleno de gente).

Insisto, la lectura y literatura es un gusto, no debe ser un escape, ni una evasión. Un niño perfectamente sano, física y mentalmente, se acercará a los libros si estos representan un gozo. ¿Cómo hacer para que sea así? ¿Te ha pasado que alguien te cuenta que ha ido al cine y ha visto un gran película? Te la describe con tal entusiasmo que tú ya quieres verla. Lo mismo sucede con los libros, si tú como padre llegas con un montón de libros y se los das a tus hijos y lo invitas a leerlos, seguramente no lo hará. Pero ¿qué sucede si llegas con los mismos libros, que el niño te ha visto leer, y luego le cuentas algunas de las fascinantes historias que has leído en ellos? Seguramente el niño se emocionará a tal manera que aunque no se los des, esperará a que no estés para ir a tomarlos de tu librero.

La literatura y su respectivo hábito, debe de convertirse en un fenómeno de socialización, no de aislamiento. Debe parecer divertido, no tedioso y aburrido. Reunirte con tu padre o madre y/o hermanos a escuchar historias puede convertirse en una edificante actividad llena de gozo. Eso colabora con la socialización. La lectura en voz alta es buena, pero en la antigüedad los ancianos no leían libros y se los contaban a los niños de las tribus, no, los ancianos conocían perfectamente las historias y jugaban con ellos. Las aprendían de memoria por medio de la tradición oral, y una vez llegado el momento las compartían ellos mismo con los demás. Esa actividad no sólo tenía fines de entretenimiento, sino que constituía un ritual de iniciación.

¿Alguna vez tus abuelos te contaron sus historias de cuando la Revolución? ¿Te contaron de sus amores y andanzas? Si lo hicieron ¿recuerdas cómo te fascinaste ante esas historias? ¿Ya se te olvidaron? Por supuesto que no, esas historias jamás las vas a olvidar, son un tesoro.

Observo con tristeza cómo el gusto por el chisme se vuelve cada vez mayor. Existe una pulsión interna en cada ser humano que nos convierte en un narrador potencial (y en un receptor, en potencia). Nos gusta contar y que nos cuenten, pero somos carentes en este aspecto. Digamos que psicológica y metafóricamente hablando estamos mutilados de una parte esencial, la que nos otorga la tradición oral.

Los cuentos narrados oralmente han sido siempre rituales de iniciación, y ahora nos preguntamos ¿por qué vivimos cada vez más tensos, más confundidos, más inseguros, más fragmentados? Vivimos demasiado alejados de nuestra naturaleza esencial, esa que mediante la literatura y la tradición oral se nos revela; y como hemos sido cercenados de ella, nuestra mente busca una compensación y esa compensación lamentablemente se da a través de la práctica del chisme. Quienes menos leen más o más sólida tienen su formación oral, menos chismean. ¿Deseas que tus hijos o alumnos sea en un futuro chismosos? Córtales la tradición oral, no les fomentes la literatura, ábreles el camino y la sed del chisme.

Todos somos narradores potenciales, y vivimos en una avidez de relatos, hay que aprovechar eso, hay que poner ahí el énfasis. Los programas de lectura no están arrojando los resultados que se esperan. ¿Por qué? Porque se está haciendo un mal diagnóstico. El tratamiento es erróneo, se trata un síntoma creyendo que se trata de la enfermedad. Si no se va directo a la raíz se nos podrá ir la vida cortando las puras ramas.

¿Hacia un país de lectores? Bien, adelante, pero hay que ir en la dirección apropiada. Recuperar la tradición oral es imperante, pero hacerlo ahora sí que dependerá de cada quien, y esperar que los otros comiencen, es historia de nunca acabar.

martes, 1 de septiembre de 2009

BLACK G. Cuento de Carlos Reyes en Círculo de Poesía. Portal de Soares


leer cuento:


http://circulodepoesia.com/nueva/2009/08/un-cuento-de-carlos-reyes-black-g/

REVISTA PUNTO DE PARTIDA


Antologado en Revista Punto de Partida. Siete narradores Coahuilenses:

http://www.puntodepartida.unam.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=765&Itemid=29